lunes, 23 de julio de 2012

La felicidad está en una 'start up'


Cada vez más gente decide actuar ante el hecho de que no es feliz en su trabajo. Algunos tratan de cambiar su compañía desde dentro y otros resuelven crear la suya propia. La 'mentalidad start up'de las nuevas empresas que se fundan con planteamientos originales y creativos puede diluirse si no existe una preocupación por la satisfacción de tus empleados y colaboradores en su nuevo empleo.
Convertirse en el propio jefe es uno de los grandes motivos que impulsa a muchos a crear su empresa. Algunos son innovadores natos; otros atraviesan por un momento de duda y cuestionan su carrera, lo que están haciendo, el modelo de mercado laboral o la organización de su empresa.
Por un lado están aquellas personas que deciden cambiar su compañía (el caso de los intraemprendedores). A menudo se tiene la idea de que emprender es sólo posible creando tu propio proyecto desde cero, pero el entorno actual facilita que grandes organizaciones se reinventen o transformen radicalmente la forma de hacer las cosas.
También están los que, hastiados de una empresa tradicional y de sus modelos de organización y formas de trabajo, se van para crear una propia. Cada vez más personas se plantean si realmente son felices con lo que hacen, porque nunca como hoy el empleo ha sido tan importante como motor de cambio social y económico. Y esto en un entorno en el que pocos se resignan ya a pasar ocho horas diarias en un trabajo que no les aporta nada.
Parece claro que cuando los empleados son felices, se produce el efecto contagio. Las personas satisfechas profesionalmente contribuyen a crear organizaciones felices y ayudan además a generar una sociedad dichosa. Si la persona que contagia positivamente es el fundador de la empresa, este efecto tiene más poder.
La satisfacción en el trabajo es determinante en cualquier organización, pero en una start up resulta diferencial. La gestión de las emociones por parte del emprendedor es decisiva para mantener la visión ilusionante del principio, y el fundador de la compañía ha de demostrar una mayor flexibilidad que la que se le supone al mando de una organización madura.
Diferencias positivas
Cuando el creador de compañías quiere hacer feliz a los demás, uno de los obstáculos es pensar que todo el mundo es igual (a menudo que es igual a uno mismo).
Las personas son diferentes, y lo que necesitan para ser felices también es distinto por lo que, como fundador de empresa, debes escuchar las necesidades de cada persona y juntos tendréis que buscar la manera de satisfacer ambas. En ocasiones, la energía que provoca la mentalidad start up no es suficiente para enganchar a un equipo, porque las personas tienen distintas necesidades. Conseguirás tus objetivos ayudando a la gente a lograr los suyos: no sólo tus clientes, sino también tus empleados. Tú no tienes que hacer feliz a los demás, sino crear un entorno en el que puedan serlo.
El nuevo empresario debe buscar o dar autonomía a sus empleados. Cuando contratas a alguien, lo haces por su potencial. Lo que hace hoy no es lo que estará haciendo dentro de dos años, por lo que buscas a alguien autónomo y flexible que sea capaz de ir creando su propio perfil profesional o su propio puesto de trabajo.
Esas start up muestran una gran habilidad y flexibilidad para fidelizar y comprometer a sus empleados, haciéndoles sentir que forman parte de la compañía. Cada persona es valorada porque tiene un impacto en el crecimiento de la empresa. Y esas organizaciones consiguen que los empleados entiendan que también pueden crecer con la propia organización. Jason Calcanis, emprendedor e inversor, y fundador de compañías como Weblogs o Mahalo.com, asegura que uno de los grandes principios es "celebrar y conmemorar las pequeñas victorias de tu nueva empresa".
- Tus empleados necesitan creer que la compañía brinda oportunidades de crecimiento y desarrollo profesional. Cultiva el emprendimiento entre los equipos y ofrece a tus empleados la posibilidad de dirigir proyectos.
- Aprovecha la oportunidad de involucrar a tus colaboradores en todos los proyectos posibles de la compañía. recuerda que la gente busca reconocimiento.
- Crea espacios para que tu equipo diga lo que piensa de verdad en lugar de lo que piensa que tiene que decir. Eso reduce los niveles de estrés y permite que las personas se sientan más a gusto. Si tus empleados y colaboradores sienten que pueden ser ellos mismos, el trato con el cliente será mucho más auténtico, generará confianza y se contagiará.
- Practica el feedback constructivo sobre el trabajo (no sobre la persona). Existe un mito falso que asegura que un buen jefe o un buen clima laboral es aquel en el que sólo se habla de las cosas buenas. Ese entorno resulta artificial e inspira desconfianza, porque las personas necesitan saber qué se espera de ellas o hacia dónde van.
- Debes ser el jefe que comunica. Es una vía de doble dirección entre tú y tus colaboradores. Los memorandos, newsletters, cursos de formación, reuniones, etcétera, deben transmitir siempre la visión de tu proyecto, de toda la organización. Procura escuchar las opiniones y preocúpate de la satisfacción de tus colaboradores.
- Ofrece a tus empleados experiencias memorables que puedan superar con cualquier recompensa monetaria.Si eres capaz de lograrlo, pregunta a tus empleados cómo les gustaría ser recompensados, y aplícalo.
- En la parte negativa, no debes olvidar que existen asesinos de la motivación que debes alejar de tu compañía. El primero de esos factores pernciosos es la ceguera hacia los objetivos, sueños y satisfacción en el trabajo de tus colaboradores. Tampoco resulta positivo que establezcas cualquier clase de competencia entre dos empleados en la que uno sea promocionado y el otro no. Y por último, ten en cuenta que en casi todas las compañías hay gente muy fiable, a la que sus capacidades no sirven de casi nada porque resulta prácticamente invisible. Debes estar atento a tus superestrellas anónimas, humildes, que no tienen una imagen que las distinga, e incluso pueden pasar por personas de bajo nivel.
Principios para motivar a un equipo ganador
Si eres un emprendedor que quiere hacer felices a sus clientes, empezando por tus empleados, estos son cinco consejos para crear un entorno en el que las personas puedan ser felices creando un espacio que, según Montse Ventosa, presidenta de Truthmark, permite que liberen todo su potencial, que den lo mejor de ellos mismos y hagan que su empresa se diferencie de la competencia:
1. Optimismo humilde: Si eres demasiado optimista te puedes estrellar. Conócete a tí mismo, consciente de tus fortalezas y limitaciones.
2. Construye sobre las fortalezas de la gente más que enseñarles a mejorar sus puntos débiles. Este es un clásico, pero parece que se da una tendencia a forzar a la gente a mejorar aquellos aspectos en los que el rendimiento es peor, perdiendo de vista lo que aquella persona ya sabe hacer muy bien. Es mucho más enriquecedor y, en todo caso, desde allí es mucho más fácil mejorar lo que sea necesario.
3. Invierte un tiempo en reflexionar y decidir sobre qué quieres hacer, cómo quieres que la gente lo haga, para quién lo haces y, sobre todo, por qué lo haces. Invierte el mismo tiempo o más en compartirlo con tu equipo, y asegúrate de que hay una conexión con lo que tu gente quiere hacer, cómo quiere hacerlo, para quién lo quiere hacer y por qué. Busca el punto de encuentro entre sus necesidades y las de tu start up, sin medir a todos por el mismo rasero. No valores sus niveles de compromiso y engagement a partir del tuyo: que no dediquen tantas horas y no sientan el proyecto tan suyo como tú no significa que no estén comprometidos.
4. La felicidad no es un camino de rosas. No significa vivir en un estado de ausencia de miedo o de sufrimiento o en un estado de éxtasis constante. Es el camino que lleva a conseguir algo por lo que se lucha y que dota de significado a lo que uno hace. Habrá muchos bajones, pero la felicidad no reside en no tenerlos sino en ser capaz de superarlos. La resiliencia es una de las actitudes más valoradas en estos tiempos.
5. Ten la serenidad de aceptar las cosas que no puedes cambiar; la valentía de cambiar aquellas que sí puedas; y la sabiduría para ver la diferencia.
Fuente: Expansión

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