martes, 16 de agosto de 2011

El desempleo y la indefensión aprendida

Martin E. P. Seligman publicó en 1975 Indefensión, donde expone la teoría de la indefensión aprendida, estado físico y mental reflejado en el párrafo anterior. Según esta teoría, cuando un organismo es expuesto a acontecimientos que no puede controlar, aprende que responder es inútil. 
Viktor Frankl, afamado psiquiatra judío, fundador de la logoterapia, escribió: "En el campo de concentración Kaufering III mi amigo Benscher me hablaba insistentemente, tratando de convencerme de que superara el estado de pesimismo que padecía en esa época. Éste era un sentimiento básico que pude observar en otros prisioneros y que llevaba irremisiblemente al auto-abandono y, en mayor o menor tiempo, a la muerte".
Martin E. P. Seligman publicó en 1975 Indefensión, donde expone la teoría de la indefensión aprendida, estado físico y mental reflejado en el párrafo anterior. Según esta teoría, cuando un organismo es expuesto a acontecimientos que no puede controlar, aprende que responder es inútil. Las consecuencias en los seres humanos pueden ser depresión, ansiedad o, como hemos leído, incluso la muerte. La clave se encuentra en la percepción de pérdida de control. Insistamos en la palabra percepción, es decir, ante una misma situación dos personas pueden tener distinta percepción de control de la situación.
Actualmente nos encontramos con situaciones objetivas, dramáticas, que refuerzan este tipo de comportamiento de indefensión: población civil en el conflicto de Oriente Próximo, los afectados por desempleo en la crisis que estamos viviendo… Incluso aquí, algunos individuos son capaces de responder de forma proactiva en la búsqueda de soluciones. Un trabajador que acaba de quedarse en paro o que ve amenazado su puesto de trabajo, ¿puede hacer algo para mejorar la situación?
Igual que las empresas están llevando a cabo acciones para afrontar la crisis, el profesional debe ser capaz de identificar las acciones para mejorar su situación. Los resultados no se obtienen a corto plazo, pero hay que persistir en ser activo y no abandonar, porque cuando surjan las oportunidades debe estar listo para aprovecharlas:
• Reflexione sobre sus fortalezas clave, que incluyen competencias (habilidades, experiencia), intereses y valores (lo que le importa y le motiva).
• Analice y clasifique los sectores donde la oferta de empleo sea mayor y donde vea más viable la aplicación de su experiencia pasada y conocimientos.
• Aproveche las relaciones (networking) que haya establecido en los últimos años y contacte con ellos para que estén al tanto de su situación y puedan comunicarle potenciales oportunidades.
• Identificados los puestos de trabajo donde mayor probabilidad de colocación tiene, deberá formarse en aquellas competencias que potencien su perfil. Aproveche la oferta formativa y haga números, considerando la posibilidad de invertir parte de sus ahorros en algún programa formativo que sea de su interés (MBA, cursos de especialización,…)
• Revise los resultados durante el proceso y ajuste sus expectativas
Si usted es capaz de identificar sus propias competencias y formarse, ahora sólo falta demostrar que es capaz de aplicarlas en su trabajo.
¿Con qué herramientas cuenta para poder demostrarlo?:
1. Escriba una carta de presentación y un currículo efectivos.
2. Traslade sus experiencias pasadas y aprovéchelas en las entrevistas.
Todas estas acciones se encuadran dentro de la función de gestión de carrera, que debería ser permanente pero de la que sólo nos acordamos en los malos tiempos. Realizar estas tareas de forma sistemática supone una dedicación completa. Contará con una ventaja competitiva frente al resto de candidatos en un proceso de selección que acelerará su objetivo fundamental de conseguir un puesto de trabajo.
La decisión de adoptar una actitud proactiva es suya, pero si decide no hacer nada, ¿tiene clara cuál es la consecuencia?
Fuente: Expansión

No hay comentarios:

Publicar un comentario